222-0: ¿El partido del siglo?
Hace poco más de 100 años, se disputó el que sería el partido de college con mayor diferencia de marcador: ¡222 puntos! ¿Quieres saber toda la historia?
Los fanáticos del futbol americano sabemos, con conocimiento de causa, que los partidos con marcadores abultados o con muchos puntos anotados suelen presentarse en cualquier momento…
A nivel colegial suceden con mayor frecuencia que a nivel profesional. Cada semana, en la NCAA se dan marcadores con diferencia de más de 50 puntos o que anoten más de 100 puntos entre los dos equipos, sobre todo si tomamos en cuenta el sistema de desempate en un partido.
Mientras tanto, este fenómeno en la NFL se suele dar dos o tres veces en el año. Aunque veo muy difícil que alguien rompa el 73-0 que le propinaron los Chicago Bears a los Washington Redskins en el juego de campeonato de 1940. Quizás sea más probable que se rompa el récord entre ambos equipos de 113 puntos entre los Redskins y los New York Giants en 1966 (marcador favorable a los Pieles rojas 72-41). Por lo menos la temporada pasada se pudo haber presentado (el no juego en la Ciudad de México entre los Rams y los Chiefs que se terminó jugando en el Coliseo de Los Ángeles).
Sin embargo, esta historia que les contaré involucra ambos factores con una pequeña salvedad: solo un equipo anotó todos los puntos del partido y no fue una diferencia de 50 puntos o más de 100…sino que fue ¡una diferencia de 222 puntos!
Historia de un partido más que surrealista
El pasado 7 de octubre se cumplió un aniversario más de lo que pareció ser una historia de ficción transformada en una comedia. Que estuvo en el límite de lo absurdo y lo surrealista. Acerca del tema se ha escrito y analizado hasta el hartazgo. Sin que nadie sepa respaldar con congruencia lo que sucedió en aquel día de otoño de 1916 en la ciudad de Atlanta, Georgia.
The Atlanta Constitution's pregame analysis of Georgia Tech 222, Cumberland 0 did not quite know what was coming pic.twitter.com/qPu3knuNiV
— Matt Brown (@MattBrownCFB) July 24, 2016
Georgia Tech
Incluso, los nombres que rondan lo sucedido en el Campo Grant no dejan de tener cierto aire de realismo mágico (o su equivalente estadounidense, gótico sureño). Hasta el mismo estadio donde se realizó esta historia, que es el más vetusto de la FBS, tanto que sus antiguas gradas sobreviven en los sótanos del Estadio Dodd, campo de la Universidad Tecnológica de Georgia (o los Georgia Tech Yellow Jackets). Como dato curioso, el estadio de GT puede presumir de conservar sus dos nombres: Bobby Dodd Stadium at Historic Grant Field. Y sí, con todo y que Atlanta ya cuenta con un estadio de élite como el Mercedes-Benz (casa de los Falcons de la NFL y del equipo de soccer Atlanta United de la MLS), los Yellow Jackets se empeñan en jugar en su joya arqueológica. Sí, el Dodd-Grant es un estadio con auténtico olor a viejo.
Cumberland University
Ya desvelado uno de los protagonistas, pasemos con el otro clown antagónico de esta comedia: la Universidad Cumberland, una pequeña institución privada ubicada en la ciudad de Lebanon, Tennessee, a 50 km. de Nashville (la capital de la música country) y a unos cuantos más de la capital Knoxville, sede de los Volunteers de la Universidad de Tennessee y lugar donde nació Quentin Tarantino que –bien que mal– pudo tomar esta historia para uno de sus largometrajes que tuvo su respectivo “baño de sangre”, aunque si hubiera pasado esto en la época actual, el video ya estaría colgado en PornHub…afortunadamente, no hay video.
John Heisman
Por otro lado, tenemos a John Heisman, precursor del deporte, cuyo trofeo de jugador más valioso en el deporte universitario lleva su nombre. Segundo en importancia debajo de Walter Camp y arriba de Amos Alonzo Stagg y Pop Warner, entre otras cosas.
Se sabe que los Bulldogs de Cumberland, a pesar de que tuvieron un equipo lo suficientemente competitivo la década pasada, desmantelaron el programa de football para 1916. Solo que había un pequeño problema: el compromiso contra Georgia Tech ya estaba programado para el mes de octubre. Si no se cumplía con ese compromiso, y el equipo no acudía al partido, Cumberland estaba obligado a pagar la cantidad de U$ 3000 (el equivalente a U$ 70 000 actuales).
Por otro lado, el mismo Heisman ofreció una cantidad para cubrir los gastos de viaje de sus rivales. Sin embargo, el gesto del profe Heisman distaba de toda bonhomía: el coach nunca se liberó del entripado causado la primavera pasada; la causa fue la paliza que los Bulldogs le propinaron a Georgia Tech por 22 carreras a cero en beisbol. No solo Heisman, sino la universidad entera, alegaron que Cumberland recurrió a jugadores profesionales encubiertos en nombres falsos (una práctica muy común en aquellos años). Con el número 22 en mente, al grado de ser una obsesión, John Heisman preparó su revancha. Y es que también fue manager de la novena humillada en esa primavera.
George Edward Allen
Mientras tanto, en la otra esquina, George Edward Allen –entrenador de los equipos de football y de baseball, jefe estudiantil y fullback de Cumberland– tuvo que armar un equipo al vapor con 19 miembros de su propia fraternidad. Probablemente, estos jugadores carecían de experiencia e, incluso, de fortaleza física y mental. Era un hecho, la derrota estaba anunciada, lo que nunca se sabía era la cantidad.
Si la situación para Cumberland era gris, comenzó a tornarse negra cuando tres jugadores perdieron el tren en Nashville que los llevarían al partido en Atlanta. Antes de la patada inicial, los Bulldogs perdieron el sorteo aunque los ingenieros del Tech decidieron patear de salida. En la primera ofensiva apenas lograron avanzar el balón y despejaron de una manera tan infame que fue en terreno de Cumberland. Ni tardos, ni perezosos, GT anotó en su primera jugada.
The only picture in existence of Georgia Tech's record 222-0 win over Cumberland College 99 years ago today. pic.twitter.com/FspGlWaWaO
— Georgia Tech (@GeorgiaTech) October 7, 2015
Un error detrás de otro
A partir de ahí comenzó un concierto de errores: balones perdidos, intercepciones (seis, para ser exactos, 5 de ellos para pick six), lesiones inexplicables, situaciones absurdas, torpezas y demás equívocos. Los Jackets anotaron 63 puntos en el primer cuarto y otros 63 para irse al medio tiempo con una ventaja de 126-0. Justo en el segundo cuarto, Jim Preas se convirtió en el único pateador en regresar su propia patada de kick-off para anotación. Y es que resulta que el balón pegó en los postes y luego en la cabeza de un jugador rival para que Preas tomara el balón cerca de la zona de gol y anotara.
Fue muy común en el partido que los de Cumberland se estrellaran entre sí al intentar tacklear a un rival. Se dice también que varios jugadores se escabullían a una cerca detrás del Grant Field para no ingresar de cambio al terreno de juego (o deseando tomar el primer tren a Lebanon vía Nashville). Y es que era tanto el miedo, que desperdiciaron una 3ª. y una por avanzar para despejar el balón.
En otro episodio del partido, George E. Allen se encontró con un gesto de compañerismo y caballerosidad de parte de uno de sus colegas de fraternidad. Al soltar el balón, producto de un buen golpe, Allen le pidió a uno de sus compañeros que fuera por el balón. Sin embargo, recibió como respuesta: “Tú lo soltaste, tú recógelo”, una frase bastante contundente que resumía el mal clima del equipo. Esta frase sirvió para que un desconocido escritor llamado Jim Paul escribiera acerca del tema y titulara el libro acertadamente You Dropped, You Pick It Up, del cual ya no hay circulación y su precio es alto en portales como Amazon. Como dato curioso, el libro contiene 222 páginas.
Al final, el 97% de las jugadas se realizaron en terreno de Cumberland. No hubo primeros y dieces ya que Georgia Tech anotaba cada vez que tomaba el balón; eso sin contar las 978 yardas terrestres de GT. Para consuelo de Cumberland, su mariscal Leon McDonald consiguió 14 yardas aéreas (en 2 de 18 intentos). Y su jugada más grande en un pase de 10 yardas en un 4º. down y 22.
El derrumbe de Cumberland
Cabe decir que Cumberland, en su tiempo, tuvo una respetable escuela de leyes: de sus filas salieron una pléyade de congresistas, gobernadores y jueces, incluyendo el coach George E. Allen. Quien fue consejero y amigo de tres ex-presidentes, sobretodo de Ike Eisenhower; con este último frecuentaba el green del Club de Golf Burning Tree cada semana. Todo ese prestigio se derrumbó cuando la escuela de leyes pasó a ser parte del Samford University en Birmingham, Alabama entrados los 60.
Sin embargo, los aficionados dan un mérito enorme a los chicos del partido del 222-0. Ya que sin ellos, la universidad hubiera cerrado sus puertas bajo el argumento de la venganza de John Heisman, aunque en Lebanon desacreditan este hecho.
Actualmente, Cumberland se mantiene como una universidad privada de artes liberales dominada presbiteriana. No me pregunten la paradoja educativa en EUA, existe en todos lados. Cuyos programas deportivos hibernan en la NAIA, la asociación estudiantil alterna. Después de que la NCAA le rechazó la solicitud para ingresar a la División II, de manera inexplicable. Rebautizados como los Phoenix de Cumberland, pretenden renacer, tanto de que les incendiaron la escuela durante la Guerra Civil, como de este extraño episodio.