Ernie Davis, un luchador silencioso
Ernie Davis fue un ejemplo para muchos, dentro y fuera del campo. ¿Quieres conocer la historia del primer jugador negro en ganar el Trofeo Heisman?

El running back de Syracuse Ernie Davis, en un partido contra Kansas. | ©Syracuse
Como toda buena historia hollywoodiense comienza la vida de Ernie Davis. Los nazis bombardeaban Inglaterra, e Italia aprovechaba para hacerse con territorios. Poco tiempo después su país, Estados Unidos, entró en la guerra para liberar a Europa del yugo nazi. Mientras que ellos aún mantenían la segregación racial. No le servía mucho al pequeño Ernie estar en el bando ganador de esta guerra, si no disfrutaba de los derechos de cualquier otro ciudadano americano.
La historia de Ernie Davis es la fortuna y desgracia de ser el primero en coger el machete y abrir camino en esa salvaje selva que era, y sigue siendo, el racismo. Está claro que no eran buenos tiempos para ser negro en Estados Unidos.
Ernie Davis, nacido para brillar
El Expreso de Elmira nace, curiosamente, en otro pueblo, en New Salem (Pennsylvania) el 14 de Diciembre de 1939. Estado cuna de la Constitución de EEUU, y de la Independencia. Hogar de los Philadelphia Eagles y de los Pittsburgh Steelers.
La primera desgracia, que ni sufre ni padece debido a que ocurrió con pocos meses de vida, es la muerte de su padre en un accidente de tráfico. Y por causas desconocidas -supongo que económicas- Marie Davis, su madre, lo deja en Uniontown (Pennsylvania) con sus padres. Una pequeña población en la que, el pequeño Ernie, comienza a dar sus primeros pasos en el colegio. Además con buenas notas y gran pasión por los deportes, de los cuales, ninguno se le daba mal.
A la edad de 12 años su madre vuelve a por él, y se lo lleva a Elmira (Nueva York). Es aquí donde comienza el ascenso imparable del primer jugador afroamericano en ganar el Trofeo Heisman. Este trofeo se le da al mejor jugador de fútbol americano universitario. Y ha sido ganado también por jugadores actuales como Cam Newton, Marcus Mariota o Baker Mayfield. Antes de la universidad ya había ganado el premio All-American 2 veces, una vez en 1952 y otra en 1954.
No todas las batallas se ganan. Hay que elegir cuáles ganar.
Debemos tener en cuenta que, en aquel momento, pensar que un jugador afroamericano era mejor que cualquier jugador blanco, era una locura. Pero el era tan imparable que universidades, en las que supuestamente sólo podrían ir blancos, empiezan a llamar a su puerta pidiendo que vaya a jugar en su equipo. Entre estas ofertas encontramos a la Universidad de Notre Dame o UCLA, pero Ernie se decanta por Syracuse. Ya que tan sólo estaba a 150 kilómetros de su hogar, si lo comparamos con las demás, y también porque era una de las universidades más progresistas en aquel momento.
Entonces, Ernie Davis, se convierte en un símbolo, un mito en el que cualquier infante afroamericano podría reflejarse para conseguir sus objetivos en la vida. La eterna lucha entre el Norte supuestamente liberal y moderno contra el Sur de Estados Unidos, exclavista y por ende, racista, convierte a Ernie en el eje de esta lucha. Fue en esta época cuando comenzaron los momentos agridulces, recibe el tan ansiado Trofeo Heisman durante la Cotton Bowl y según le hacen la foto le envian a la “colored zone”. Sin embargo su impacto fue tal, que el mismísimo J.F.Kennedy le dedicó las siguientes palabras: “Pocas veces un deportista ha sido más merecedor de tal homenaje. […] Es un privilegio para mí dirigirme a usted esta noche como un americano, y como un digno ejemplo de nuestra juventud”
Ernie Davis no sólo libró batallas en el campo de fútbol, también fuera de él. Y fue en ese donde marcó la diferencia.
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